martes, 22 de septiembre de 2009

Nocturnidad y alevosía

Cogí el libro de la estantería, me preparé un café caliente y muy cargado y me senté a leer. No sé el tiempo que debió pasar, solo sé que en el cielo se dibujaron las estrellas, el café se enfrió en la taza, mis ojos lloraron de leer en la oscuridad, y de nuevo llegó la aurora y con ella un nuevo día. No sé cúanto tiempo estuve buscándola pero no la encontré, ni siquiera en el diccionario. No hay palabra inventada que pueda definir lo que siento cuando te beso...
Y es que desde que apareciste en mi vida, te has ido clavando muy dentro, con nocturnidad y alevosía.